
Y de nuevo los cuervos sobrevolaron Midgard, y vieron, que allí abajo, estaban celebrando una fiesta…
-Debe de ser el Solsticio hermano, el paso del Invierno, cuando los días empiezan de nuevo a ser más largos, - Huninn miró a Muninn, buscando respuesta-; lo celebran de manera extraña, pero aún así, bueno es que lo celebren.
Muninn asintió, como solía, más tras un breve silencio, graznó. -No es el Solsticio, creo que celebran el nacimiento de un hombre, un hombre bueno, por lo que he oído, claro que, -y torció el pico en un gesto divertido-, a saber cuando nació ese hombre… Pienso que lo que han hecho es imaginar que nació en estas fechas para poder seguir celebrando lo que se ha celebrado siempre desde el principio de los tiempos.
Huninn alzó el vuelo y bajo en picado para ver mejor todo aquello.
Vio a una familia reunida, comiendo en torno a una mesa, había tanta comida allí que con ella podría haberse alimentado casi un ejército. Bebían y reían, hipócritas, pues la mayoría de los allí reunidos, no se podían ni ver. Negó con la cabeza.
Volo luego hacia un lugar donde otras personas daban absurdos grititos cada vez que una de ellas abría algo, no sabía bien que era, pero tampoco le gusto.
Vio también a otros, que igualmente sentados frente a una mesa comían de forma frugal, sus caras estaban tristes, pues en éste hogar, no había nada que abrir, bueno, si, el jefe de familia parecía haber estado abriendo algo, pequeño y alargado, y por la expresión de su rostro, no le gustaba lo que veía allí, -facturas-, repetía de vez en cuando.
Regreso entonces Huninn junto a Muninn y sacudiendo las alas, graznó. -Era mejor cuando todos celebraban con todos, cuando el mejor regalo, era una sonrisa o un sincero apretón de manos, seguido de los mejores deseos de unos para con otros.
Muninn asintió. Como solía.